LA INVENCIÓN DE LA NAVIDAD

 Por Víctor Longares Abaiz



NAVIDAD, FIESTA PAGANA

La Navidad es una fiesta heredada de la Saturnalia romana. Entre el 17 y el 24 de diciembre, decoraban las casas con plantas y velas y se hacían regalos los familiares y amigos. Por fin, el 25 de diciembre, se celebraba el nacimiento del Sol Invictus, coincidiendo con la entrada del Sol en el signo de Capricornio. En época romana, estos días eran festivos.

Sin embargo, no eran la única cultura que celebraba fiestas en estos días. Se trataba de unas fiestas que conjuraban el invierno y celebraban que, por fin, las noches empezaban a ser progresivamente más cortas, por lo que podría volver a restablecerse la actividad agrícola y la fertilidad de la Tierra. Por eso, los egipcios celebraban también el 25 de diciembre, el nacimiento del dios Horus, los persas el nacimiento de Zoroastro y de Mitra; los babilonios, el de Tammuz; los griegos, los de Adonis, Heracles, Saturno, Dionisio, Hermes, Apolo… Incluso en India, encontramos a Krishna y a Buda, como ilustres nacidos en esa fecha y en México, a Huitzilopochtli.

Como podemos ver, las sociedades agrícolas daban una importancia especial al periodo del año en que la noche es más larga y la temperatura más baja, depositando sus esperanzas en esos días en que se volvía a revertir esa tendencia, que anunciaba el regreso de la primavera.

 

La fiesta del Sol Invicto era muy popular en Roma, junto con la Saturnalia.

¿Y por qué los cristianos celebran la Navidad el 25 de diciembre?

 

EL NACIMIENTO DE JESÚS

Si hacemos caso al relato bíblico del nacimiento de Jesús, había pastores durmiendo al raso por la noche y eso difícilmente sucedería en diciembre. Por eso, la fecha del nacimiento de Jesús, muchos la han situado (con diferentes argumentos, pero siempre teniendo en cuenta el clima de Palestina) entre marzo y octubre.

 

EL DÍA DE NAVIDAD

En los primeros siglos, no se celebraba el 25 de diciembre en el cristianismo. Aquellos que celebraban algo ese día, participaban de festividades paganas, en honor a Saturno, Horus, Apolo, Mitra, Adonis… Los mitos de estos dioses eran muy populares en el Mediterráneo en la época en que el cristianismo se extendía. Por eso, se produjo un rápido sincretismo, adoptando la nueva religión usos, costumbres, mitos y referencias paganas.

Una de ellas fue la celebración de la Navidad. En lugar de luchar contra las celebraciones paganas, la Iglesia entendió que era mucho más fácil y productivo asumir esas fiestas, dándoles otro significado. Entonces, actuando de una manera muy común a lo largo de toda su historia, colocó la fecha del nacimiento de Jesús el mismo día en que nacían el Sol Invicto romano, dioses como Horus, Mitra o Apolo y héroes como Heracles. El Papa Liberio decretó en el año 354, que Jesús había nacido el 25 de diciembre del año 1. A partir de entonces, los predicadores cristianos se encargaron de difundir esta festividad, para neutralizar otras paganas. San Gregorio Nacianceno, por ejemplo, celebró el primer banquete navideño de que tenemos noticia el 25 de diciembre del 379.

Posteriormente, con la llegada de los pueblos germánicos, irrumpieron en el Imperio Romano ya cristianizado otras costumbres provenientes de los mitos nórdicos, como son las fiestas de Yule, también en torno al solsticio de invierno. El cristianismo no dudó en adoptar estas costumbres, adaptándolas a la Navidad y dándoles un significado cristiano. De estas fiestas germánicas provienen costumbres como poner un árbol decorado, rituales y costumbres en torno a troncos, encender velas toda la noche, colgar figuritas de madera en la puerta de las casas, cantar canciones en familia, decorar la casa con muérdago…

 

La fiesta germánica de Yule ha aportado numerosos símbolos a la Navidad cristiana.


SINCRETISMO

La Iglesia que, en un primer momento, había criticado y perseguido las celebraciones paganas, se convirtió en una entusiasta defensora del periodo festivo que las religiones paganas ya celebraban en torno al solsticio de invierno. Creó el Adviento, para esperar el nacimiento del Salvador, como los paganos esperaban el resurgimiento del Sol y la recuperación de horas de luz durante el día. Además de la cena de Navidad, la noche del 24 de diciembre, declaró el 25 fiesta de guardar, en la que se celebraban varias misas. Estableció el 6 de enero como la festividad de la Epifanía, coincidiendo con otra festividad pagana que tenía lugar en el Mediterráneo oriental en torno al dios Dionisio. Todo ese periodo de fiestas, en el que también se producía el cambio de año, se vino llenando de otras conmemoraciones y festejos, más o menos populares en distintos lugares (26 de diciembre, San Esteban; 27 de diciembre, San Juan Evangelista; 28 de diciembre, los Santos Inocentes; 31 de diciembre, San Silvestre; 2 de enero, llegada de la Virgen del Pilar a Zaragoza…).

Las fiestas navideñas se han llenado, a lo largo de los siglos, de una serie de costumbres provenientes de diferentes lugares y tradiciones culturales y religiosas. La celebración del nacimiento de Jesús se ha rodeado de una gran cantidad de ritos, símbolos y tradiciones ajenas a lo que pudo haber sido un nacimiento en la Palestina del siglo I. La necesidad de asimilar las costumbres paganas para acabar con las otras religiones permitió a la Iglesia incorporar cualquier cosa, sin ningún tipo de escrúpulos.


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