EL COCHECITO: DIGNIDAD MUTILADA EN UNA SOCIEDAD QUE SOLO VALORA LA APARIENCIA

Por Víctor Longares Abaiz


En 1960, Marco Ferreri presentó El cochecito, con guion de Rafael Azcona y del propio Ferreri. Fue recibida con estupor y angustia. Con la presencia de grandes actores del cine español (Pepe Isbert, José Luis López Vázquez, María Luisa Ponte, Pedro Porcel…), la película nos inquieta por el retrato amargo que hace de la sociedad franquista y el reflejo de la pérdida de valores de la clase burguesa.

 


SINOPSIS

Don Anselmo (Pepe Isbert), un anciano humilde y solitario, envidia a un grupo de amigos discapacitados que se desplazan en cochecitos motorizados y viven esa movilidad como símbolo de camaradería y dignidad. Desesperado por conseguir uno igual, se obsesiona con la idea de poseerlo. Cuando su familia se niega a pagarle el cochecito por considerarlo un capricho inútil, Anselmo inicia una espiral de frustración, humillación y degradación moral que desemboca en uno de los finales más amargos del cine español.

 


UNA SOCIEDAD QUE MARGINA A QUIEN NO PRODUCE

El cochecito es una radiografía ferocísima de la España franquista, pero su mensaje trasciende épocas: quien no produce, no existe. Los ancianos, los pobres, los discapacitados, todos los “improductivos” son tratados como carga y estorbo.

La familia de Don Anselmo simboliza esa ética mercantil: todo se calcula, todo se mide en utilidad, y lo que no genera beneficio es eliminado o silenciado.

La familia no es aquí refugio, sino cárcel. Humillan a Anselmo, lo infantilizan, lo tratan como incapaz de tomar decisiones. Es la familia burguesa que administra la miseria del anciano, controlando su dinero, decidiendo qué necesita y qué no, juzgándole y reprimiéndole.

Ferreri retrata a la perfección esa moral pequeña-burguesa que odia cualquier gesto de autonomía, porque lo considera un peligro.

El cochecito es un símbolo de independencia, de movilidad, de dignidad… Para Anselmo no es un juguete: es la posibilidad de sentirse persona en una sociedad que le ha quitado todo. Cuando se lo niegan, lo que le están negando no es un aparato eléctrico, sino su humanidad.

 


CRÍTICA FEROZ AL CAPITALISMO Y AL CAPACITISMO

Ferreri y Azcona ponen en el centro a un grupo de amigos discapacitados, pero los muestran como los únicos que viven con humor, solidaridad y camaradería.
Mientras la familia “normal” de Anselmo es mezquina y represiva, ellos representan una comunidad marginal llena de afecto, que vive al margen de la moral oficial.

La película denuncia cómo el capitalismo valora a las personas por su rendimiento físico: los discapacitados y ancianos son descartados como trastos viejos. Solo encuentran dignidad entre ellos, lejos de la mirada hipócrita de la sociedad.

 Anselmo no quiere un cochecito para sí mismo: quiere formar parte del grupoLa película muestra la importancia del colectivo para las personas excluidas. Donde su familia lo oprime, sus amigos le ofrecen comunidad y respeto.

La familia de Anselmo es paternalista, pero no en sentido amoroso: lo infantiliza, lo trata como alguien sin autonomía ni criterio. Es la misma violencia que el sistema ejerce sobre los ancianos, los obreros pobres, los dependientes: decidir por ellos “por su bien” mientras se les roba toda libertad.

 


UNO DE LOS FINALES MÁS TERRIBLES DEL CINE ESPAÑOL

Sin contar nada, basta decir esto: cuando a una persona se le arrebata la dignidad, el cariño y la comunidad, se abre la puerta a la tragedia. Ferreri y Azcona no ofrecen consuelo: nos obligan a ver lo que sucede cuando el sistema convierte a un ser humano en sombra.

El final de la película fue censurado, por el terrible mensaje que ofrecía, obligando al director a montar otro final alternativo.

 


MENSAJE PARA LA CLASE OBRERA

El cochecito no es solo una sátira negra: es una denuncia del capitalismo y su visión mercantil del ser humano. La película nos enseña que nadie puede vivir sin dignidad, sin comunidad y sin afecto. Una sociedad que descarta a los débiles está podrida desde sus cimientos.

Nos alerta de que el abandono institucional y familiar conduce a la desesperación, y que la única respuesta es crear redes de solidaridad, acompañamiento y afecto, especialmente con quienes el sistema desprecia: pobres, ancianos, enfermos, discapacitados.

 

CONCLUSIÓN

El cochecito es una obra maestra cruel, lúcida y corrosiva. Una película que desnuda la hipocresía familiar, la violencia clasista y la soledad de los olvidados, pero que también señala la importancia del grupo y la dignidad.

Es cine obrero del más incómodo y necesario. Una advertencia: ninguna sociedad será justa si deja abandonados a sus Anselmos.

 


Comentarios